Del cliché al algoritmo
A mediados de junio de 2020 mi amigo Javi, quien decía tener poca tolerancia a los “pringados pseudo intelectuales”, me envió un enlace con el siguiente título: “NirvanA.I: I made a bot write a Nirvana song“, es decir, “NirvanA.I (haciendo alusión al término Inteligencia Artificial): Hice que un robot escribiera una canción de Nirvana”.
Javi, conocido por su gusto de incitar debates incendiarios como un Jimi Hendrix frente a una fender stratocaster, me contó que el creador de contenidos de YouTube, Funk Turkey, utilizó lyrics.rip para generar una “nueva” canción con la “esencia” de Nirvana. Y aquí debo disculparme por el uso excesivo de comillas para remarcar que estamos en una zona bastante gris.
¿Necesitas más detalles técnicos? Aquí los tienes. A través de un proceso aleatorio matemático denominado Cadena de Márvok, se procesó de forma digital todo el legado letrístico de Cobain para dar como resultado una nueva canción que no repetía ninguna combinación en las frases de sus hits previos, pero que resultaba particularmente familiares al grupo.
Sobra decir que a Javi esto le parecía un total sacrilegio, para él no se debería ensuciar el legado, ni la intencionalidad de un músico al momento de componer, incluso una vez que ya no se encuentra entre nosotros. “Eso parece verdad” le dije, para luego agregar “POR AHORA”. Fue entonces cuando la velada ardió por completo.
A pesar de la molestia de mi amigo, el argumento que le compartí después de mi “AHORA” no dejaba de rondar en mi cabeza. AHORA es una curiosidad que robots hagan canciones. AHORA parece una locura que un artista sea sustituidos por un proceso estocástico discreto. AHORA es profano. Pero ya es sorprendente cómo somos capaces de normalizar las cosas cada día con mayor rapidez, tanto las buenas como las más absurdas. Quizá en parte porque comenzamos a emular el funcionamiento de los artefactos que amamos tanto y a los que instalamos upgrades casi semanalmente. No hay que olvidar que el mayor atributo del Homo Sapiens, es su capacidad de adaptabilidad. A eso suma que somos seres socialmente programables, todos sin excepción alguna.
Llevamos años retroalimentado a inteligencias artificiales cada vez que prendemos nuestros dispositivos electrónicos y registramos nuestro andar digital. No es un secreto.
Piensa en alguna tribu aislada del mundo, como la Piripkura, ubicados en la selva amazónica de Brasil. Dudo que los algoritmos de Google puedan decirnos cómo prefieren su café latte por la mañana. Evidentemente al no contar con una herramienta que registre sus decisiones cotidianas, se mantienen fuera de este juego. Sin que les quite el sueño, siguen con sus vidas.
Las grandes empresas de tecnología podrían caer en el error de transformar los clichés en patrones predictivos que limiten nuestra cancha de juego, por ejemplo, solo desplegando frente a nuestros ojos los contenidos que una máquina asigna a cierta categoría. Lo cual suena bastante triste. El ser humano que solo mantenga una dieta digital, carecerá de situaciones aleatorias que nutran su experiencia humana. Y me quedaré con esta frase para cerrar ya que me parece particularmente linda.
COMO CURIOSIDAD dejo una listado de 5 preferencias CERO PREDICTIVAS que me gustaría incluir en el algoritmo de mi vida, por si aquel capítulo de Black Mirror “Vuelvo enseguida” se convierte en una realidad.
- Duermo con dos almohadas de cada lado.
- Doblo la esquina superior de los libros donde hay una frase que me guste, pero no la subrayo.
- Suelo ser menos empática con la gente tacaña.
- Los pies me parecen la parte más tierna del cuerpo humano.
- Tiendo a animar los objetos inanimados.
Te invito a realizar el ejercicio si eres capaz de nombrar algo que no le hayas dicho a internet ya.